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Con el 2007, México inicia la cuenta regresiva para la inminente apertura total de las fronteras mexicanas al maíz, frijol, caña de azúcar y leche en el marco del TLCAN y con ello la preocupación del gobierno federal por querer abatir en tan sólo un año el rezago que el campo mexicano arrastra desde hace varias décadas y que tiene sumida en la pobreza a gran parte de los 30 millones de campesinos que componen la población rural.
Se perdieron dos sexenios (12 años) desde que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y ahora se pretende implementar “a marchas forzadas” políticas gubernamentales para hacer frente en el 2008 a la competencia de los productores canadienses, y sobre todo a los estadunidenses, que llegan con una serie de apoyos internos que amenazan con colapsar al mercado mexicano y a sus campesinos.
“Para nosotros, el TLC ha sido malo: empobreció más al campo, desintegró estructuras, desapareció dependencias oficiales, languideció gravemente a la economía campesina y el gobierno no cumplió con la transición”, acusa el líder de la Confederación Nacional Campesina, Heladio Ramírez.
Ausencia de políticas públicas, rezagos estructurales, devastación y abandono hacia el campo prometen un panorama desolador para 30 millones de campesinos y más de tres millones de productores de maíz, producto que junto con el fríjol son los más sensibles por el rezago que arrastran.
Los cultivadores de maíz son el segmento de mayor importancia de la agricultura nacional, pues representan el 70 por ciento del total de agricultores, muy por encima de los de caña de azúcar, fríjol, limón y sorgo.
El maíz es sin duda el producto mexicano por excelencia, omnipresente en la vida social y económica del país, por tanto la posibilidad de sucumbir frente al maíz subsidiado estadunidense, con la pérdida de millones de áreas de cultivo y puestos de trabajo, constituye un tema mayor.
La Cámara Nacional del Maíz Industrializado (Canami) así como los productores de frijol han exigido una revisión del TLC para posponer la liberalización de dichos productos, pues se encuentran en evidente desventaja.
Según cifras de la CNC en Sinaloa, estado considerado el “granero del país”, las trasnacionales se han apoderado de agroindustrias y bodegas, mientras los productores nacionales han visto disminuir 37% el precio del arroz, 34% el frijol, 43% el maíz, 35% el trigo, 79% el algodón, 53% la soya, 36% la carne de bovino y 32% la leche.
Frente a este difícil escenario, el nuevo gobierno mexicano anunció que articulará un plan emergente para el frijol, maíz, caña de azúcar y leche, con el propósito de bajar los costos de producción para acercarlos a los que enfrentan los productores de Estados Unidos y Canadá. El secretario de Economía, Eduardo Sojo Garza-Aldape aseguró que para dar ‘’un aterrizaje suave’’ a la liberalización del maíz, frijol, azúcar y leche en polvo se pondrán en marcha programas que ayuden a facilitar el proceso.
Para ello se integró un grupo de trabajo con funcionarios de ambos países, que analizarán el panorama rumbo a la apertura de 2008 y desarrollará la estrategia a aplicar.
‘’La decisión es implementar programas que permitan un aterrizaje suave de esta apertura’’, indicó el funcionario.
El problema que se avecina deriva de las condiciones del campo mexicano, de que son productos sensibles, y que los socios comerciales cerraron desde el primer momento cualquier posibilidad de renegociar el capítulo agrícola del TLCAN.
Organizaciones como el Congreso Agrario Permanente (CAP), el Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (CONOC) y varias de las organizaciones firmantes del Acuerdo Nacional para el Campo han advertido que este año redoblaran su esfuerzo y exigencias para que el capítulo agropecuario del TLC sea revisado.
Consideraron que el señalamiento del Banco Mundial de que el TLC ya dejó de ser opción de crecimiento para México, sirve a la exigencia campesina de que se reorienten las relaciones comerciales con Estados Unidos y Canadá, y se reconozca que l a petición de revisar dicho acuerdo no es un capricho.
“En los 12 años de vigencia del tratado se demostró el desastre que ha traído consigo” afirmó Álvaro López, dirigente de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas.
Las cifras revelan que la apertura acentuó las asimetrías entre los campesinos mexicanos frente a sus homólogos de Estados Unidos y Canadá, pues los altos subsidios que reciben en aquellos países no pueden ser alcanzados por México.
Advirtieron que el resultado fue caída generalizada de los precios rurales, baja rentabilidad, descapitalización, pérdida de fuentes de empleo, migración y aumento de la pobreza. “Es necesario hacer patente para todos la magnitud de las diferencias que separan la realidad del campo en los tres países firmantes del TLCAN.
Mostrar que esas desigualdades extremas son las que nos obligan a proponer acciones inmediatas para que el nuevo gobierno y esta Legislatura asuman su responsabilidad histórica para renegociar, dentro de la letra y el espíritu del propio TLC, plazos y términos justos y equitativos para el campo y para los campesinos mexicanos”, estableció el presidente de la comisión de desarrollo rural del senado y también líder de la CNC, Heladio Ramírez.
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