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Entre 2000 y 2005, las firmas nacionales exportaron 3.4 millones de dólares en promedio anual, cifra pequeña comparada con las importaciones
Ciudad de México (27 febrero 2006).- "Nadie es profeta en su tierra", dice el refrán que muy bien se aplica para los vinos mexicanos, cuyo buqué es mejor apreciado en el extranjero.
En el País, las marcas francesas, chilenas, españolas y estadounidenses son las que dominan.
Ante este embate, la industria vinícola mexicana puso en marcha su estrategia corporativa en un solo sentido: colocar a los vinos mexicanos en los exigentes paladares de Alemania, Francia y hasta en Italia, entre otros, una táctica que ha dado resultado.
Entre el 2000 y el 2005, las empresas mexicanas exportaron 3.4 millones de dólares en promedio anual, pero que palidecen ante los 70 millones de dólares de importaciones anuales registradas en el mismo periodo, según la Secretaría de Economía.
Sin embargo, sólo 8 de las 34 empresas vinícolas mexicanas que sobreviven son las que realizan casi todas las exportaciones.
Casa Madero, Monte Xaniq, Cetto y Domecq, figuran entre éstas que han adoptado con éxito la estrategia ya que el producto mexicano se exporta a un precio hasta 35 por ciento superior al que se vendería en México.
Un caso es Casa Madero, que exportó 95 por ciento de su producción, es decir 190 mil cajas de 12 botellas cada una.
Luis Cetto, presidente de la compañía que lleva su apellido, relató que al observar la capacidad productiva de su empresa y los buenos precios del mercado europeo, decidió empezar a exportar en pequeñas cantidades.
La sorpresa llegó cuando comprobó que la calidad del vino nacional es competitiva con la de los grandes países productores y más aún del gusto de los extranjeros y ahora exporta el 25 por ciento de su producción, es decir 150 mil cajas.
Otra empresa que siguió la estrategia de exportación fue Casa Domecq, la cual durante el 2004 vendió 16 mil cajas.
Iñaki Landaburu, director de asuntos corporativos de la firma, comentó que la estrategia de la casa productora es expandir su mercado y al observar que la calidad de vinos mexicanos podía competir a nivel internacional, se lanzaron a la caza, principalmente con su producto Padre Quino.
La estrategia corporativa de esta industria surgió porque desde hace 15 años las empresas mexicanas comenzaron a perder presencia en el mercado nacional ante las crecientes importaciones. En 1990 tenían el 50 por ciento del consumo nacional y hoy sólo poseen 25 por ciento.
Las tres casas vinícolas mencionadas tienen presencia en Estados Unidos, España, Inglaterra, Francia, Suiza, Eslovenia, Alemania, Canadá, Noruega, Bélgica, Japón, Holanda, Dinamarca, Austria, Italia, Rusia y nueve naciones más.
"Es así como hemos sobrevivido, buscando caminos en el exterior para obtener recursos y poder invertirlos en nuestras mismas empresas, realmente somos una industria pequeña y si en 7 años logramos invertir volveremos a tener el 50 por ciento del mercado como hace 15 años", afirmó Luis Cetto.
Por su parte, Iñaki Landaburu, de Domecq, explicó que el vino mexicano tiene el potencial para competir en el exterior, es por ello que la transnacional Casa Domecq ha colocado en Francia, Eslovenia y Ucrania 16 mil cajas de sus vinos como Padre Quino y Los Reyes, entre otros.
"Esperamos que las ventas al exterior se incrementen porque Pernord compró a Allied Domecq, eso va a empujar al vino nacional", comentó el directivo.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, hace 15 años las exportaciones de vinos eran sólo por 1 millón de dólares, por lo que poco a poco las ventas al exterior van tomando fuerza, pero para lograr una mayor consolidación es necesaria la inversión.
Cetto, también presidente de la Asociación Nacional de los Vitivinicultores, afirmó que las 34 empresas que sobreviven ya proyectan una inversión de su propia bolsa por 120 millones de dólares para que la industria crezca al ritmo que el consumo nacional.
La producción nacional es de 1.2 millones de cajas, y la demanda es por 4 millones, que se cubre con las importaciones
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